“La belleza está en la libertad del espíritu”, Katja Alemann de “La sudestada”

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La sudestada, película de Daniel Casabé y Edgardo Dieleke protagonizada por Katja Alemann y Juan Carrasco, llega a la pantalla del FESAALP. Se trata de la adaptación de la novela gráfica homónima de Juan Sáenz Valiente, que pone en escena un universo noir y onírico, un encuentro de universos opuestos en el que los protagonistas se mueven y bailan, una y otra vez, como jóvenes espíritus. Se estrena el jueves 29 a las 22hs en el Cine Select.

El estreno de La sudestada marca el retorno de Katja Alemann al cine después de una década. Sus últimas experiencias tras la cámara habían sido en Mi amigo alemán (2012), dirigida por Jeanine Meerapfel y Butoh (2013), de Constanza Sanz Palacios, junto a su madre, Marie Louise Alemann.

La sudestada, drama de Daniel Casabé y Edgardo Dieleke coprotagonizada por Juan Carrasco, se estrena el jueves 11. Se trata de la adaptación de la novela gráfica homónima de Juan Sáenz Valiente, que pone en escena un universo noir y onírico, un encuentro de universos opuestos en el que los protagonistas se mueven y bailan, una y otra vez, como jóvenes espíritus.

-¿Cuánto encontraste de vos misma en este personaje que marca tu regreso al cine?

Mucho. Más que nada, porque entiendo lo que le pasa. Ella está tratando de encontrar el broche de oro para su retrospectiva y se encuentra muy exigida creativamente, porque de todo lo que ha hecho quiere que justamente esto sea la cereza de la torta. Pero no encuentra (o no sabe, no le sale o no le gusta) lo que está saliendo. Entonces está muy atribulada.

Yo pasé por la misma situación: conozco muy bien cómo es el tema de la angustia creativa. Cuando una está trabajando en algo y no te sale, no te gusta o no estás segura. Y te parece que no es el camino. Hasta que le encontrás la vuelta y realmente aparece lo que querés.

-¿A partir de tus conocimientos de danza abordaste el rol de coreógrafa?

Tuve una coach increíble, Diana Szeinblum, quien hizo el espectáculo Adentro, que es parte de la película. Trabajamos bastante: yo no soy coreógrafa -de todas las cosas que hice me faltó hacer coreografía- (risas), pero con ella volví a bailar. ¡No lo puedo creer que sigo bailando!

-La puesta coreográfica abarca también un desnudo.

La desnudez siempre remite a algo erótico. Y en este caso no tenía que ver con el erotismo sexual sino con el erotismo vital; el creativo, el de la naturaleza. Diana tiene puesta su libido en lo que está creando. Allí es donde está puesto el acento. Y también en el movimiento.

-La desnudez como símbolo de despojamiento y de revaloración de los cuerpos reales. ¿Te interesaba el personaje por esa característica o por el contrario, lo aportaste vos y lo sumaste al personaje?

Creo que eso también es una intención de los directores. Ellos lo veían así, como statement. Como decir “vamos a dejar sentado que la belleza del cuerpo puede ser una belleza atemporal”. No tiene que ver con los modelos a los que todos tenemos que estar sujetos. Y yo apoyo, por supuesto: estoy de acuerdo con eso. Por mucho que me cueste hacerme amiga de mi cuerpo a medida que envejece (Risas). Pero me voy domando: domando mi narcisismo y mi hedonismo. Me voy aceptando. Entendiendo que la belleza es otra cosa también, no es solo la línea perfecta del cuerpo. La belleza es la libertad del espíritu.

-¿Estaba la libertad en el espíritu de Casabé y Dieleke?

Sí, sí, sí. Tuvimos una muy buena relación creativa. Eso nos permitió ir reflexionando sobre cómo sería mejor contarlo. Lo mismo ocurrió durante los ensayos con Juan (NR. Carrasco). Estuvo bueno poder ensayar porque en la película había un vínculo distinto a lo tradicional. Está contada en varios planos –no solo en el real- y ella se le aparece a él como una musa inspiradora para una transformación que después se lleva a cabo.

-Sudestada tiene una característica casi documental, en la que aparecen fotos tuyas y fragmentos de películas experimentales de los años 60, 70. ¿Cómo sabían los directores de la existencia de este material?

Coincidió con que hay mucho interés en la obra de mi madre (NR. Marie Louise Alemann) como cineasta experimental, performer, directora de teatro butoh, fotógrafa. Hubo una retrospectiva de ella el año pasado en una galería, que también estuvo en un stand de Arte BA. Sus películas -una de ellas trajeron estas imágenes mías- tienen una vida propia que van por festivales y que la gente va conociendo. Mi mamá es bastante conocida como cineasta experimental en los festivales del exterior.

Edgardo y Dani, los directores, estaban al tanto de esto y conocían la obra de mi madre. Y además tenían vínculo con Narcisa Hirsch, la amiga de mi mamá.

A partir de allí fueron averiguando qué películas podían servir para armar este personaje.

-¿Aportaste tu material?

Tengo mucho material de archivo (todo lo que era Cemento, por ejemplo), pero no servía porque si no iba a ser muy Katja. Tenía que ser algo que fuera neutro en información para que el espectador lo pudiera asimilar como parte del personaje.

-Sudestada se presentó en el festival de cine independiente de Buenos Aires. ¿Qué advertiste del público? ¿Qué te devolvió?

Me di cuenta que la gente se va de viaje. Porque tiene muy lindas imágenes y no hay mucho diálogo. ¡Y el sonido es muy bueno! ¿Viste que le dieron un premio? Entonces todo el tiempo la película va fluyendo.

-¿Qué descubriste de Sudestada al verla por primera vez en pantalla grande?

Que es una historia poco común para contar. El cine argentino quizás es más costumbrista. Hay un estilo de historias contadas de otra manera. Esta es diferente: parte de cómic, tiene planos oníricos, es una mezcla de realidades. Entonces funciona de otra manera.

 

Fuente: https://gpsaudiovisual.com/2023/05/08/katja-alemann-retorna-al-cine-como-protagonista-de-la-sudestada-de-edgardo-dieleke-y-daniel-casabe-la-belleza-esta-en-la-libertad-del-espiritu/